Tips educativos | El tiempo

Han pasado los días y no nos dimos cuenta en qué momento llegamos al onceavo mes del año, pensamos en todos aquellos proyectos que nos propusimos hace 11 meses atrás, en los que concretamos y en los que ni cerca estuvimos de realizar. Quizás para muchos significa que nos quedan tan sólo un par de semanas para poder “salvar el semestre” o para “las anheladas vacaciones”, todo depende de cómo hayamos utilizado nuestro tiempo en estos meses.

En la Palabra del Señor, nosotros podemos observar variadas situaciones donde Dios nos habla del tiempo, ya sea como una forma de medir el día y la noche, o también como un mensaje sobre el “Tiempo favorable para buscar a Dios”, como lo señala el Rey David en el Salmos 32:6 “Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado…”.

Quienes hemos tenido la bendición de estar cerca de este camino santo, siempre  hemos escuchamos que “queda poco tiempo”, que “la venida del Señor está cerca”, que “estamos en los últimos tiempos”, y la verdad, es que es así, sólo que no tomamos el peso a aquellas palabras y las solemos utilizar de manera trivial, como algo tan común, haciendo ver que aquello tan cercano no es tan así y que aún nos queda el tiempo suficiente para realizar todas las cosas que nos hemos propuesto y aún más, que nos queda tiempo para buscar a Dios y “enderezar nuestro caminar cuando nosotros queramos” y en realidad estamos equivocados, ese tiempo es ahora, porque en este instante Dios nos muestra su amor y nos permite llegar a él, no olvidemos que esta oportunidad no es de quien la busque, sino de quien Dios tiene misericordia.

No olvidemos las palabras que le dedica el Apóstol Pablo a los Corintios, cuando cita al Profeta Isaías y señala que “…En tiempo aceptable te he oído. Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación…” (2 Corintios 6:2).

El tiempo de buscar a Dios y aceptar a Jesús como nuestro salvador es ahora, como Cristianos debemos tomar una decisión y ser un seguidor de Cristo con toda propiedad, permitiendo que sea él quien tome el control de nuestra vida, y no sea sólo de palabra.

El Rey Salomón, en el libro de Eclesiastés, nos señala en el capítulo 3, versículo 1 que “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”. Este texto es prácticamente el primero en el que pensamos cuando alguien nos habla de tiempo, y claro, siempre decimos que “Todo tiene su tiempo”, cuando nos referimos a tener paciencia, que esperemos o cuando anhelamos algo que no podemos realizar pronto, y claro, todo en nuestra vida tiene un tiempo, y es perfecto cuando andamos bajo la voluntad de Dios. Hay un tiempo para estudiar, y un tiempo para despejarnos, un tiempo para asistir a la casa de Dios y un tiempo para alabarle… y como ocurre hoy en día: hay un tiempo para el Facebook, y un tiempo para el WhatsApp, un tiempo para el Instagram y un tiempo para Twitter… y en ese momento uno se pregunta: Y en esa distribución de tiempo, ¿Dónde está el tiempo que debemos darle a Dios?

Quizás el que nos falte tiempo para realizar nuestras actividades cotidianas, no es porque no tengamos realmente ese “tiempo”, sino más bien, es sólo porque nuestras prioridades no son las correctas y nos dedicamos a “perder” ese valioso tiempo que el Señor nos ha regalado, en actividades banales, que no edifican nuestra vida espiritual, sino más bien lo contrario, muchas veces, nos alejan de los caminos de Dios.

Si hoy estamos a menos de 60 días para culminar este año, y vemos que el tiempo que Dios nos ha regalado, lo hemos utilizado mal, tratemos que estos últimos días del año (si que el Señor no viene por nuestra vida antes), sean días provechosos y de edificación en la casa de Dios para nuestra alma, y hagamos nuestras las palabras que señala el Salmista: “Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos…” (Salmos 84:10), deseando siempre estar en la casa de Dios, alabando su nombre, antes que este tiempo se acabe. Cuando aprendamos a priorizar nuestras actividades, veremos que el estudio y el trabajo (material), no será más un obstáculo, sino una bendición.

 Para Dios honra y gloria.

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