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Tema Bíblico | “Dios da luz en la oscuridad y reposo en el desconcierto”

Una reflexión acerca del Libro de Jueces


Jueces es un libro triste. Después de la muerte de Josué surge un periodo muy oscuro en el pueblo de Israel. Una larga época de declinación en la fe en Dios, una profunda insistencia en el pecado, un tiempo de mucha desunión entre las tribus, un ciclo de bajeza moral y sin santidad a Dios. Cientos de años en pobreza material y espiritual, escasez de visión de Dios en el pueblo, terribles derrotas militares y aberrantes prácticas idólatras. En ese entonces, no había una autoridad central ni monárquica, y “cada uno hacia lo que bien le parecía”.

En los tiempos de Jueces, Dios se valió de la infidelidad de Israel, para ensalzarse en su fidelidad eterna. Cada cierto tiempo, Dios manifestaba el gran amor hacia su pueblo, levantando hombres y mujeres que la historia hebrea reconoce como héroes, libertadores y caudillos, que se esforzaron en hacer volver a Israel a Dios, y para demostrar a sus enemigos que pese a toda la opresión de ellos, había un Dios Todopoderoso e invencible que protegía a Israel. Estos hombres y mujeres escogidos por Dios, son los que la Biblia les llama Jueces.

Los Jueces no administraban justicia entre particulares, eran más que árbitros  judiciales entre las tribus israelitas. Sus funciones principales eran libertar y preservar a la nación de Israel, con un sello exclusivo durante el ejercicio de su rol, la dotación del Espíritu Santo en sus vidas.

Hubo en esa época Jueces Mayores y Jueces Menores, como también hubo más de un Juez ejerciendo su rol , pero en diferentes puntos geográficos, sin embargo formidablemente dotados del mismo Espíritu Santo.

La Biblia relata que hubo 11 jueces entre la muerte de Josué y la aparición del profeta Samuel. Todos ellos con grandes hazañas poderosas y memorables para el pueblo hebreo e incluso para sus enemigos. Sin embargo, cada vez que un juez fallecía, los israelitas volvían hacer lo malo antes los ojos del Señor. La Apostasía de Israel se manifestaba frecuentemente cuando faltaba un juez.

En esta reflexión nos centraremos en dos de los Jueces, entre los cuales se denominan Jueces Mayores: Débora y Sansón.

Débora, en el lenguaje hebreo significa “abeja” o “trabajadora como la abeja”. Su historia se encuentra relatada en el libro de Jueces en sus capítulos 4 y 5. Es una breve historia pero no le quita estima, puesto que está impregnada de valor, fe y honor mostrados por Débora.

La hazaña más relevante de esta mujer de Dios, es relatada en el capítulo 4 del Libro de Jueces. Débora con impulso profético, porque también fue profetisa, declara victoria sobre el rey cananeo, quien oprimía a Israel. Barac, jefe supremo entre los israelitas, tuvo miedo y no quiso ir a la batalla sin Débora. La valentía y fuerza de esta mujer, eran ejemplo ante el resto de los líderes de Israel. La profecía se cumple y la victoria fue lograda. 

Débora nos enseña que con valor, amor, vigor, fe y devoción a Dios, se puede ejercer un liderazgo poderoso ante muchos oponentes fuertes.

Israel entendió su visión, por eso consultaban a Débora en todos sus asuntos importantes referentes a las tribus y a la milicia de Israel. Había en ella orden y justicia, que provenía de Dios.

Después de esta victoria, “la tierra reposo 40 años”. La intervención de Débora valerosa y llena de fe, trajo paz por mucho tiempo.

En Jueces capítulo 13, comienza otra  memorable historia, la de Sansón, que significa “sol”, como un rayo de luz en medio de la opresión filistea.

Sansón fue engendrado como respuesta divina a la oración de su madre quien era estéril, fue visitada por un ángel, quien le anunció la llegada de Sansón e inmediatamente le señalo el propósito para este niño “él salvará a Israel de la mano de los filisteos” (Jueces 13:5)

Esta respuesta definió su vida, Sansón seria nazareno, un consagrado a Dios, y esto implicaba algunas restricciones físicas. La principal fue que ninguna navaja debía cortar su cabello, que era símbolo de la fuerza de Dios en Sansón.

Sansón cada vez que atacaba a los filisteos, era lleno del Espíritu Santo y los vencía con gran fuerza y coraje, y esto generaba mucho odio en los filisteos. El gran error de Sansón fue ser débil a amoríos con mujeres filisteas, las cuales poco a poco lo llevaron a desenfocarse del propósito y terminar completamente abandonado por Dios. Dalila, su última mujer fue manipuladora y logró que Sansón le dijera el secreto de su fuerza, por el cual Sansón terminó golpeado, sin ojos y encarcelado por mano de filisteos.

Ese error le costó años de opresión por los filisteos, Sansón había olvidado su propósito, pero Dios seguía siendo fiel. Al pasar los años, Sansón se arrepiente y Dios vuelve a usarlo, sin embargo ésta sería su última hazaña, pero la más grande de toda su vida. Sansón muere y a los que mató, “fueron muchos más que los que había matado en toda su vida” (Jueces 16:30). Muere cumpliendo su propósito.

Meditar en el tiempo de los Jueces, nos permite ver similitudes con la actual Iglesia de Cristo. Experimentamos constantes ciclos como: “reposo, pecado, opresión y arrepentimiento”. Cada vez que nuestras condiciones se tornan oscuras como en ese tiempo, nos viene el arrepentimiento, y Dios nos perdona y restaura, hasta que después de un tiempo volvemos a apartarnos de Él.

Dios siempre a querido establecer su voluntad, pero la testarudez humana lleva a cometer errores muy dolorosos con graves consecuencias, Israel vivió mucha opresión a causa de su pecado, pero cada vez que se volvían a Dios, Él inmediatamente perdonaba y levantaba libertadores, y los hacía reposar de la opresión.   

¡Insondable amor de Dios! 

Hna Raquel Marambio IMPCH Coquimbo

Fuente: La Voz Pentecostal N°56 páginas 77- 78, año 2018

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