Search
Close this search box.
Search
Close this search box.

Reflexión | Amor de Dios

1 Juan 4:7-11  “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.  Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros”.

Los atributos de Dios debemos entenderlos como un todo, pues son inherentes a éste y hacen de Él lo que conocemos como Dios. Precisamente en esta ocasión hablaremos del Amor de Dios uno de sus atributos que conforma su personalidad.

El hombre natural no sabe amar, cuándo se siente ofendido o defraudado su amor disminuye, nuestro amor jamás será perfecto desde este lado de la eternidad, porque no somos perfectos, pero el Amor de Dios ha sido derramado y, es Santo, Justo y Eterno. Su Amor no es un amor humano, Él es el fundamento, el origen. Juan va más allá, al decir que Dios es Amor, no como una mera expresión literaria, sino que, busca demostrar que el Amor de Dios es un Atributo tan íntimo que viene de Él mismo, el amor es la esencia del carácter de Dios.

La cruz es una expresión del auténtico y verdadero amor, Cristo murió por nosotros aun siendo pecadores. Romanos 5:8 nos dice “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. El Amor de Dios va más allá de todo entendimiento, Cristo llega a decirle al Padre “no se haga mi voluntad, sino la tuya.” (S. Lucas22:42). Somos aceptados y amados por un Dios Soberano que trajo el evangelio para regalarnos vida.

El Amor de Dios es santo y eterno, no tiene principio ni fin, antes que Dios creara Él ya era, Él existió desde toda la eternidad, por lo tanto, ya existía en Él este atributo. Dios no se convirtió en un Dios de Amor en la creación, sino que siempre ha sido un Dios de Amor.

Dios ama su creación y nosotros somos creación suya. De esta manera es que, uno de los aspectos que motiva a Dios desde toda la eternidad a implementar un plan de redención es su Amor Eterno hacia su creación. Dios ama al mundo de tal manera que dio a su hijo unigénito, él se complace en redimirnos, como dice Juan; Él es la propiciación de nuestros pecados. Sin duda vemos que la naturaleza primaria del amor de Dios es su Hijo, el objeto primario y exclusivo es Jesucristo. Dios nos ama en su Hijo, estamos incluidos en Cristo, es Dios quien nos ha incluido en su amado, por lo tanto somos amados también, y así mismo podemos gozar y descansar en Él.

Jeremías 31:3 nos dice: “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”. También vemos en 2 de Pedro 1:17 “Porque cuando él recibió de Dios Padre Honra y Gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi hijo amado, en el cual tengo complacencia” , la misma voz que habló en su bautismo y dijo ESTE ES MI HIJO AMADO.

Por eso es preciso estar en Cristo. Romanos 8:9 nos señala, “Más vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él”. A su vez, Romanos 3:23 nos dice “…por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,”. Romanos nos muestra que somos deudores, sin embargo, todos los que tienen el Espíritu Santo son hijos de Dios, herederos de Él y coherederos con Cristo. Somos amados por Dios porque Cristo es amado por Él.  Dios se deleita en aquellos que son suyos, en aquellos que están en Cristo, en su pueblo.

El amor de Dios es un amor santo, perfecto y morará en nosotros eternamente. En la cruz se revela la expresión máxima del amor; Jesús es traicionado, arrestado, sus discípulos lo abandonan, Pedro lo niega, pero lo más difícil es que Dios le da la espalda, es Dios quien lo abandona, la copa de su ira es contra su hijo amado, el peso de nuestra maldad fue sobre Él, fue crucificado para darnos salvación.

Dios elige soberanamente a los creyentes para que seamos santos y sin culpas, un pueblo redimido en Cristo. Dios elige a su pueblo no por lo que ve en ellos, sino por la justicia que ve en Cristo, en su amado, en su hijo, y gracias a ese amor estará con nosotros y en nosotros hasta la eternidad.

De esta manera vemos el amor de Dios que es manifestado a nosotros mediante la obra de redención en Cristo Jesús, y por consiguiente espera que nosotros mostremos este amor que hemos recibido, con otros. De manera que este atributo sea visible en su iglesia. Juan 13:34-36 nos dice: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.”

¡Maravilloso Evangelio!

Juan 15:13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.

San Juan 3:16. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.

San Juan 17:3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.

Por Pastora Rosa Durán Aguilera |  IMPCH Pirque

 

Compartir: