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Reflexión | “¿A quién quieres impresionar?”

Un joven que quería ser violinista buscó la ayuda de un gran maestro que con esmero, paciencia y dedicación le enseñó a ejecutar muy bien el arte de tocar este instrumento.

Con el paso del tiempo el joven se convirtió en un gran violinista. Sin embargo, para demostrar ante el público su talento debía hacer su presentación de graduación en un evento donde asistirían miles de personas.

Llegado el día del concierto, toda la audiencia estaba impresionada con su magistral actuación, sólo se escuchaba la ovación, los gritos y los aplausos del público.

Sin embargo, el joven no parecía estar emocionado por de la reacción de los espectadores, sino que con mirada inquieta miraba hacia detrás del escenario como buscando a alguien, y cuando por fin pudo encontrar con su vista al personaje que buscaba entonces sonrió, ahí estaba su maestro que se encontraba de pie aplaudiendo con mucha emoción.

Muchos le preguntaron al violinista: ¿Por qué no estabas emocionado con la reacción de la gente, parecías no estar feliz al principio? a lo que él respondió: «yo estaba feliz, pero no buscaba la aprobación del público, si no la aprobación de mi maestro».

Pregúntese: ¿a quién está agradando? ¿Será que está buscando el favor de Dios o el de los hombres?

«Por más que nos esforcemos, nunca podremos agradar a todos, siempre habrán personas a las cuales no lograremos complacer, pero a quien sí debemos agradar cada día es a aquel que es más importante que todos, nuestro Padre celestial. Como creyentes debemos buscar cada día el favor de Dios, honrándolo y agradándolo con cada una de nuestras acciones».

«Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo», Gálatas 1:10.

Fuente: bibliatodo.com

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