Siempre es grato recordar aquellos hombres y mujeres que marcaron una huella en nuestras vidas. Si bien muchos de ellos ya descansan a la espera de la final trompeta, es valiosísimo mencionar a esos nobles siervos y siervas de Dios que nos bendijeron con su íntegro ministerio pastoral, ocupando un lugar de honor en nuestra historia centenaria. Uno de ellos es el recordado Pastor Oraldo Rojas Ramírez.
El pastor Rojas no sólo fue el fundador de la Obra Metodista Pentecostal de Chile en la comuna de San Bernardo en el año 1921, ni tampoco ese caso excepcional de pastores que inició su pastorado en los albores del avivamiento pentecostal y terminó su carrera en la Misión en la cual fue ungido. El pastor Rojas es sinónimo de humildad y amor por la almas, almas que lo inclinó a dejar de lado su herencia familiar y asumir con profunda convicción la fe en el Salvador que un día salió a su encuentro y del cual se aferró hasta el año 1976 cuando fue llamado a la Gloria Eternal.
El “pastor de los príncipes”, de los desechados, de los harapientos, de los menesterosos, de los niños vagabundos. El pastor que abrió las puertas de su propio hogar y los sentaba a la cabecera de su mesa como si fueran del linaje real.
Hablar del pastor Rojas en estos tiempos donde la austeridad y la sencillez parecen palabras en desuso, nos devuelve la esperanza especialmente a una generación de cristianos evangélicos que anhelan volver a esa iglesia sencilla y gozarse en la presencia del Señor.
Cuando se cumplen 135 años del nacimiento de este prócer del Evangelio en Chile, damos gracias a Dios por su digno ministerio y su calidad cristiana que tanto bien trajo a la Iglesia Metodista Pentecostal y a todos los evangélicos de nuestra nación. [PVC]
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