El 10 de octubre del año 1961 nace en la maternidad del Hospital de Talagante la primera de 5 hijos del matrimonio del hermano Humberto Duarte y la hermana María Barrios. Desde muy pequeña Dios, por intermedio de instrumentos, anunció que sería su sierva, usada para el servicio de su obra.
Desde niña asistió a la Clase de Dorcas, donde era acompañada de las hermanas de más edad. El tiempo corría y se convirtió en una adolescente y, en su fidelidad, escuchó muchas enseñanzas que aplicó en su diario vivir. Siempre fue ferviente en la oración, le gustaba hacer aseo en el Templo, pues sabía que había bendición De Dios en esa labor.
A los 13 años fue profesora de niños y jefa de Cuerpo, ocupando cargos dentro De la Iglesia desde temprana edad, como Secretaria de la Escuela Dominical, Ayudante de Jefa de Predicación, Ayudante de Jefa de Señoritas, donde Dios en cada uno de ellos la fortaleció y preparó.
A los 19 años contrajo matrimonio con el hermano Elías Yáñez Cabello, naciendo dos hijos: Etni y Nacor, quienes se criaron en la casa del Señor. Fue una mujer entregada a Dios, dueña de casa, velando siempre por sus hijos y esposo, en constante oración.
Hija de Dios, miembro activa de la Iglesia Metodista Pentecostal de San Antonio, donde pasó la mayoría de sus años junto a su esposo e hijos, siendo guiada por quien fuera el pastor Eleazar Seguel Cabezas y su amada pastora Raquel, de quien recibió muchas enseñanzas a lo largo de los años, las que muchas veces fueron duras, pero le sirvieron para convertirse en la gran mujer de Dios que fue, sin comprender que era parte del proceso para la cual el Señor la había preparado.
Destacó por ser siempre trabajadora en la obra de Dios, con su mandolina y su voz, alabando y exaltando al Señor. Donde era enviada, a diferentes clases como “Cristo Rey”, “Brisas del Mar”, “Placilla”, “El Culenar”, hoy Iglesia de Navidad.
En el año 2008 fue llamada al pastorado con su esposo, en la Conferencia realizada en la Iglesia de Maipú, siendo enviados a ministrar la Iglesia Metodista Pentecostal de El Tabo, la que hasta entonces era Anexo de la Iglesia de San Antonio. Comenzó así una ardua labor junto a su esposo, llevando el evangelio y cuidando a la grey de Dios, estando al frente de las hermanas Dorcas, levantando Casa de Dios.
En el año 2016, regresando de Conferencia, sufre un grave accidente con su esposo, nuestro pastor Elías, volcándose y quedando con graves lesiones, pero en ese momento se presentó un hombre y le dijo: Dios tiene propósitos para su vida; siendo un mensaje de gran fortaleza, en medio de tanto dolor. Pasaron los meses y la recuperación fue favorable, mostrando la mano de Dios y diciéndole: yo te amo y nunca te dejaré.
Luego de un tiempo, llega la enfermedad a su vida, un tumor sería el causante de molestias y dolores que comenzó a experimentar la pastora Rachel, comenzando de inmediato un tratamiento médico. En todo este proceso su espíritu nunca decayó, siempre estuvo dispuesta a alabar a Dios y agradecerle pese a las circunstancias que estaba viviendo, derramó lágrimas ante la presencia de Dios y veía cómo él la consolaba y ayudaba a continuar. Muchos fuimos testigos de que, a pesar de la prueba, fortalecía a sus Dorcas a través de WhatsApp y reuniones online, entregando ánimo, consejos y acercándonos siempre a orar y buscar la presencia de Dios.
Su anhelo era estar con su amado Dios, era algo que anhelaba y rogaba para que preparara a su esposo y compañero de luchas, nuestro amado pastor Elías. Siempre agradecía a sus hijos, quienes estuvieron presentes con sus respectivas esposas y familias, el solo hecho de verlos felices ya le daba consuelo.
Su madre, su nieta y sus hijos espirituales eran otro motivo de preocupación, pero a la vez sabía que orando a Dios él pondría la Paz. Reconocía que Dios tenía el control de todo y sabía que él era el dueño de su vida, por ello siempre le alabó, a pesar de sus dolores, tocaba mandolina en los servicios online, cantando y adorando.
El domingo 19 de Junio Dios llama a su presencia a nuestra amada pastora Rachel, sabemos que está feliz y nuestro consuelo es que por fin está con su amado. No es una despedida, es un hasta pronto, ya que nos veremos en el Coro celestial y volveremos a escuchar ese hermoso talento que era cantar, llevándonos solamente la delantera. Y, tal como ella cantaba: “no sola cantando estoy, Dios me está escuchando”.
¡Nos veremos pronto en gloria!
