Conservar la limpieza de nuestra vida no es algo que podamos hacer con facilidad; y si confiamos sólo en nuestras propias fuerzas, es más complicado. Tomamos la decisión de abandonar las malas costumbres y a los poco días caemos con la misma piedra. Mantener libre nuestra mente y corazón de malos pensamientos y sentimientos, no es algo de auto-castigos o auto-disciplina.
Lo primero que debemos reconocer es que nosotros no podemos solos. Todo aquello que hemos adquirido durante tanto tiempo: hábitos, costumbres, mañas, defectos de fábrica, por así decirlo; no es algo que nuestras fuerzas puedan derribar.
La gran pregunta es ¿cómo hago para limpiar mi vida?, Dios dice en su palabra que solo es posible a través de Jesús y de su Sangre. Sólo Él con su poder puede limpiarnos y reparar los “defectos de fábrica”, como el maltrato que sufrimos en nuestra niñez.
Con nuestras propias fuerzas nunca lo lograremos, ¡No luchemos más! Si permitimos que pase el tiempo y no buscamos una solución jamás sabremos como arrancar el problema de su raíz.
Isaías 55:7. “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”
1 de Tesalonicenses 5:23. “El mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”
Mateo 5:8. “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”.
Con mi corazón sucio, nunca veré a Dios. ¡Es hora de hacer una limpieza!
Fuente: Bibliatodo.com